El pasado viernes 5 de febrero asistía con orgullo a la segunda tesis doctoral de un gran amigo y un docente extraordinario, el Dr. Agustín Galán García, presidida por el no menos insigne catedrático de derecho del trabajo de la Universidad de Sevilla, el Dr. Miguel Rodríguez Piñero.
No es muy frecuente que un profesor universitario realice una doble tesis doctoral, no solo por el esfuerzo y sacrificio que requiere sino por la inversión personal que supone de su extraordinario tiempo quitado de la vida familiar de su mujer y sus seis hijos.
Su CV es una prueba de cómo un Doctor en Geografía e Historia, supo identificar las necesidades educativas en una institución como la Universidad de Huelva y pasar de profesor a estar al frente como Secretario de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales de la Universidad de Huelva, luego como Director de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales para convertirse finalmente en Decano de la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Huelva hasta hace unos meses.
Aprendiz infatigable, espíritu curioso, y trabajador motivado para con su trabajo docente y de despacho, en el que ha sabido generosamente compartir su entusiasmo con un equipo humano interdisciplinar dispuesto a defender que en los estudios de Ciencias de Trabajo también tienen también cabida asignaturas para ayudar a las personas a gestionar sus emociones, los conflictos y convertirlos en oportunidades para el aprendizaje.
Bajo el título “La siniestralidad laboral en España (1900-2000), un relato entre lo evidente y lo prioritario” ilustró a los presentes en la sala de grados de la facultad de ciencias experimentales de Huelva de la necesidad de contar con una educación en el que la prevención tenga un papel transversal que ayude a los futuros profesionales en sus puestos de trabajo a velar por las condiciones de trabajo para evitar situaciones pasadas y presentes como son la todavía excesiva siniestralidad laboral en nuestras empresas.
Durante un siglo hemos visto que la prevención ha pasado de forma diluida a través de las políticas empresariales así como en el cuerpo de las leyes que han presidido este tema, a pesar de que en 1995 se promulgase la famosa ley 31/1995 de prevención de riesgos laborales, porque si no viene acompañada de un cambio de cultura organizacional ésta seguirá siendo un tema secundario para la empresa.
Es evidente que los datos, aunque dispersos en las tres primeras décadas del siglo pasado, nos dan una imagen más que evidente de que la siniestralidad sigue siendo un tema que debe ser una prioridad si las empresas quieren ganar en eficacia, rentabilidad, productividad y, por encima de todo, en humanidad, porque crean y actúan con y para su activo más valioso: el factor humano.
La investigación universitaria no puede ser un conocimiento cerrado en las aulas y despachos sino un conjunto de herramientas y recursos necesarios que establezcan canales de comunicación fluida entre educación y trabajo, así como para que las empresas puedan diseñar y poner en práctica mejores prácticas conciliando ambas esferas necesarias para el progreso de un país.
Gracias Dr. Galán por tu ejemplo de un “liderazgo auténtico”, que va más allá de las aulas y que revierte a diario en todas las personas y profesionales que tenemos el privilegio de compartir contigo una forma de entender la educación, no como un negocio, sino como un elemento de mejora.